viernes, 7 de diciembre de 2012

Encuentro desde la resiliencia: aprendiendo a crecer en grupo



Hemos decido traer al blog, nuestro primer trabajo publicado sobre la primera etapa de recorrido grupal. Comprendería desde el inicio: el año 2002, cuando empezamos a dar forma a la idea, hasta que en 2003 iniciamos el primer grupo, hasta la fecha de la publicación: año 2006.

Desde sus inicios hasta ahora, el grupo ha pasado por muchos momentos y etapas, hasta alcanzar un punto importante de recorrido, desde donde priorizamos el trabajo de red y la necesidad de ofrecer apoyo -en un momento tan crítico - en el entorno social más inmediato. Agradecemos a todos los que os habéis acercado para conocernos mejor, a todos los que vinisteis al taller (estamos en la elaboración de la segunda parte del mismo, y pensando en volver a repetir otra vez el inicial para quienes nos habéis dicho que no pudisteis asistir y os gustaría hacerlo), en definitiva, a los que habéis confiado en este espacio y en las personas que trabajamos en él. Mientras vamos trabajando en próximos proyectos, compartimos con vosotros esta primera pincelada.

(Articulo publicado en: Boletín SEPTG XXXIII Symposium)
www.septg.org

Encuentro desde la resiliencia: aprendiendo a crecer en grupo

Montserrat Fornós Esteve y Grup de Trobada
Licenciada en Psicología
Psicoterapeuta - miembro de la EFPA
Colegiada 9318

En octubre del 2003 se inició la historia del grupo que da lugar a esta comunicación.
El grupo está integrado por mujeres y hombres, de los 25 a los 53 años que han vivido en su trayectoria vital situación de maltrato y/o abuso y/o acoso: en la infancia, familiar, escolar, en al ámbito laboral, en el seno de una relación de pareja, ... La idea surge de la necesidad de poder encontrar un lugar en el que se puedan trabajar, compartidamente, las diferentes vivencias y situaciones de afrontamiento de los integrantes. Un espacio grupal de diálogo y comunicación que permita manejar mejor y elaborar los conflictos que derivan de cualquier tipo de agresión a la integridad de las personas. Favorecer un lugar dónde se pueda hablar de las emociones. Favorecer un espacio para trabajar los duelos. La demanda la realizan los propios integrantes del grupo en los diversos espacios terapéuticos a los que acuden

El grupo es cerrado, eso significa que hay un margen para poder incorporarse a él a partir de su momento de inicio (dos encuentros), pasado el cual se cierra el grupo y no se vuelve a abrir hasta transcurrido el período acordado: nueve meses (octubre - junio); también se exige un tiempo de compromiso antes de su abandono: seis sesiones. Los encuentros son bimensuales con una duración de 90 minutos. Así iniciamos, pues, este camino de crecimiento.

Partimos de la idea de que la violencia no tiene género[1] (grupo mixto), ni localización (¿violencia familiar[2], trasgeneracional[3], escolar, laboral[4], grupal, social[5]...?), sino que es un sustrato cultural de la agresividad totalmente gratuito y desubicado, sea cual sea el ámbito en el que se origine. Decimos que la violencia es VIOLENCIA, en mayúsculas. Esto nos ayuda a evitar fáciles estereotipos prejuiciados. Estamos de acuerdo con Luis Bonino[6] en la idea de que: “Un abordaje integral y transformador de un problema social tan grave y multiforme como el de la violencia no puede ser afrontado –como cualquier otro problema complejo- desde miradas o criterios tradicionales, simples o naturalistas como son los actualmente predominantes en el discurso social sobre ella.”

Tenemos presentes varios prejuicios, que el grupo va desgranando con las experiencias vividas, y que se van redefiniendo a lo largo de los sucesivos encuentros:

- La violencia no es algo distanciado de nosotros, es un problema de lo cercano y lo no-ajeno. “Siempre nos toca de un modo u otro, como sujetos u objetos, violentos o violentados[7].”

- La violencia no es solo física, por desvalorización del otro, por manipulación o coacción de modo puntual, sino que obedece, demasiadas veces, a una estrategia por parte de quien la actúa. Esta violencia, es la que deja una secuela más profunda en quien la padece. Genera confusión, estrés, desasosiego, aislamiento y culpa. Algunos de los comentarios que va surgiendo en el grupo: “Vaig sortir de la experiència amb ells com si m’haguesin xuclat la sang. Em van anular”[8]; “¡Mi ex me desquició tanto...!, fueron años de escucharla sobre lo mal que lo hacía todo, de poner a los amigos en mi contra, de alejarme de mi familia, que encima estaban a 11.000 Km. Y ahora intenta llenarle a las nenas la cabeza contra mi... Creí que me volvía loco y me sentí terriblemente solo”; “¡No sabes lo que me cuesta vencer mi sentimiento de culpa!”; “Me siento como si me hubieran usado y luego tirado”

- No es una cuestión “particular” ni secreta: vivirla desde el silencio, hace que aumente el sentimiento de vulnerabilidad y vergüenza. A partir del momento en que uno puede hablar de ella, ponerle nombre y apellidos, situaciones, hechos, es más tangible, más cercana, más concreta, y favorece la búsqueda de una puerta de salida y la toma de conciencia de la situación. “En mi casa mi madre nos decía: “por la boca muere el pez”, y era nuestro secreto, un secreto familiar, algo que no podíamos contar a nadie, fue a través de mis compañeros de colegio y de facultad que encontré otros modelos de familia y que sobrellevé el secreto. ¡Ya sé porque estudié periodismo!”

- No sucede solo en capas sociales desfavorecidas: la violencia se da en cualquier estrato social: “¡Quién iba a poner en duda a mi ex, todo un Sr. Médico reconocido frente a mí, que había sido tratada por depresión! Por fortuna el juez lo hizo....”

- La violencia es un problema social. Y de salud también: nos afecta emocionalmente, y físicamente, dando lugar a una variada sintomatología; fatiga crónica, frecuentes dolores de cabeza, problemas de sueño, úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, pérdida de peso, dolores musculares... nuestras defensas bajan, y el organismo se resiente: “Siempre me duele todo el cuerpo, los huesos, es como si me costara sostenerme, siempre con dolor...”; “Ayer discutí con mi madre, le dije lo que pensaba, que me dejara ya tranquila, que no iba a manipularme como siempre, y hoy me he levantado como con gripe, muy resfriada y con fiebre, pero sé que es una gripe emocional”
- La violencia no siempre es vistosa y clara, demasiadas veces se ejerce desde la seducción, la mentira, el “divide y vencerás”, sutilmente. Marie France Hirigoyen[9] lo define como violencia perversa: “La violencia es fría, verbal y se construye a partir de denigraciones, de insinuaciones hostiles, de señales de condescendencia y de ofensas” (pp 101) “La violencia perversa se establece de una manera insidiosa y, a veces, bajo una máscara de dulzura o de benevolencia. La víctima no es consciente de que hay violencia y, a veces, puede llegar a pensar que ella es quien conduce el juego.”: “Le conocí en una conferencia, y me pareció encantador. Empezamos a salir... Él me daba cuerda, me daba cuerda para que me ahorcara yo solita.... Y yo, ingenua, creyendo que era libre, que todo iba bien, que controlaba la situación, hasta que empecé a darme cuenta de que estaba metida en algo obscuro, que no controlaba en absoluto, y entonces me entró miedo, mucho miedo y entendí que tenía que salir corriendo. No quiero volver a verle nunca más, ni quiero saber nada de él”

- Inevitablemente debemos resolver las pérdidas y elaborar los duelos que supone el haber vivido una situación así. “Algo” debe cerrarse para que otro “algo” se pueda abrir. No podemos más sino que asumir la realidad de la situación. Y a veces esto conlleva un gran dolor. Nos decía una integrante del grupo respecto de su madre: “No la veo, aún no la veo. O no la quiero ver. Quién es, va y viene. A veces se muestra, a veces no. La vuelvo a dibujar y vuelvo a pensar que me estoy equivocando... y me acerco de nuevo... ¡hasta que me la juega otra vez! (silencio, llora...).”

También trabajamos un cambio de actitud de quienes sufren o han sufrido violencia. De SOY VICTIMA, a SOY AGREDIDO/A. Este cambio de actitud se va configurando a lo largo del recorrido del grupo, con un importante un efecto emocional en sus integrantes. Nos acompaña el diccionario y la necesidad de significar las cosas que nos sucedieron desde otro lugar más creativo y menos inmovilizador. Encontramos que uno de los significados etimológicos de VICTIMA es ESTAR VENCIDO, y pensamos que si uno sobrevivió, por definición, no puede ser víctima sino SUPERVIVIENTE[10].

Ser víctima impotentiza, y conlleva la pasividad como actitud, y la indefensión aprendida como recurso. Como superviviente se me supone capacidad de resiliencia, y debo entender (y escuchar) mi capacidad para tolerar el estrés que supone una permanente agresión o una situación traumática puntual, cómo puedo transformar algo de este estado, qué recursos tengo, como se han llevado a cabo esos procesos de vulnerabilidad (riesgo) y protección, mi fortaleza - hardiness - (Levav, 1995[11]), qué modelos escuché, como desarrollé mis habilidades sociales para neutralizar el estrés, la capacidad para volver a creer en mi.

Para B. Cyrulnik[12] “El día que los discursos culturales dejen de seguir considerando a las víctimas como a cómplices del agresor o como a reos del destino, el sentimiento de haber sido magullado se volverá más leve”

Trabajamos en el grupo[13], desde la expresión de lo emocional, la construcción de mecanismos de defensa frente a la agresión, como la necesidad de huida hacia delante, o la incredulidad y el sentimiento de ajenidad (“Esto no me está sucediendo”) y la negación: “Nunca creí que pudiera haber tanta maldad escondida en una persona, y que yo no fuera capaz de verlo”; “No había pensado nunca que en una persona haya tanta maldad, y más de modo tan sutil y enrevesado” Y uno a uno fueron emergiendo los diversos personajes y situaciones, a veces silenciadas por largo tiempo, que estas personas tuvieron que afrontar: “Era la burla de mis compañeros, cuando no era por una cosa era por otra, los insultos iban y venía sin más, y empecé a encerrarme, a no relacionarme, a no confiar en los demás. Me encerraba en casa, a dormir y ver la TV. Mis padres no entendían qué me pasaba, y me escondían la TV. Nunca se lo pude decir. Tenía pánico. Es hoy y aún siento miedo de coincidir con alguno de mis ex compañeros en el barrio.”

Todos los asistentes han vivido situaciones de gran estrés emocional, y de un modo u otro han podido seguir con sus vidas, algunas veces con gran esfuerzo, con duelos sin terminar de elaborar y angustia[14], con carencias... “Cuando era pequeña no respiraba por no molestar, ni crecía por no estorbar. ¡Tan menuda, tan delicada, tan comedida...!En algún lugar sabía que tenía que protegerme, y lo hice” “Tuve que emigrar a Barcelona porque necesitaba salir de allí, y aún no sé s quiero estar aquí o volver allí, para volver tengo que resolver el conflicto que me genera mi padre, va a acabar con toda la familia, pero conmigo no”; “Después de lo que me ocurrió en la masía con mis compañeros, me encerré tanto que intenté olvidarme del mundo, y que el mundo se olvidara de mi. Por suerte he seguido con mi trabajo artesanal, y eso me devolvió mi tranquilidad”

La resiliencia “señala tanto la capacidad de resistir las magulladuras de la herida psicológica, como el impulso de reparación psíquica que nace de esa resistencia”[15]

Para la Dra. Naomi Baum [16] supone la habilidad de recuperarse después de una presión o estrés estaría relacionada con la flexibilidad, la capacidad para tocar el dolor, saber que está, pero a la vez poder vivir en el mundo real, sin negar, la elasticidad y plasticidad (el muelle como metáfora), esperanza de vida (vs desesperanza irreversible[17]), aceptar el cambio interior que supone una vivencia así, y el “largo plazo”, para elaborar. Si favorecemos el poder acercarnos a la herida, la emoción, a no escindir el dolor, posibilitamos que las personas encuentren el camino para volver a vivir, y no solo a sobrevivir, estamos trabajando para recuperarnos del trauma que supone una experiencia vital así.

Estamos, pues, en un grupo de personas resilientes, que, de un modo u otro, con estrategias más o menos eficaces, han intentado salir del inmovilismo y la paralización. De la victimización al fortalecimiento, como camino de crecimiento. Reorganización versus desorganización, con reorientación de valores y metas. Resiliencia no significa invulnerabilidad, ni impermeabilidad al estrés, sino capacidad para resolverlo. El objetivo final del grupo, por tanto, será favorecer que las personas resilientes sigan siéndolo o lo sean un poco más, y este encuentro, este poder trabajar juntos, pensar juntos, comunicarnos, buscar soluciones, llorar juntos, reír juntos, es otra posibilidad para entendernos, querernos, cuidarnos y mejorar en todos los aspectos posibles. Para ello, debemos trabajar en tres planos articulados entre sí: cognoscitivo (conocimientos, hechos, estereotipos, ideas), habilidades (personales y sociales -códigos, normas, creatividad - ) emocional (actitudes, valores, sentimientos).

Por crecimiento y recorrido, en este momento, el grupo se encuentra trabajando la agresividad (propia, que no ajena), su reconocimiento, aceptarla, no proyectarla, contenerla si es necesario, evitar que se transforme en violencia. Estamos hablando de ella, para entenderla desde otro lugar. Y si que hemos llegado a la conclusión que son necesarios más de estos espacios grupales para comprender y comprendernos, para prevenir y curar.

Barcelona, 31 de marzo 2006
(© Montserrat Fornós)

Bibliografía

- Bonino, L. (2003) “Obstáculos a la comprensión y a las interpretaciones sobre la violencia (masculina) contra las mujeres en la pareja.” Artículo ampliado y actualizado del publicado en: Ruiz Jarabo, C y Blanco, P. (Ed) La prevención y detección de la violencia contra las mujeres desde la atención primaria de la Salud. Madrid: ADSP,2004
- Cyrulnik, B. (2002) los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida”. Barcelona: Gedisa
- Dolto, F. (1992) “Niños violentos: ¿Niños agredidos o niños agresivos?”.Barcelona: Paidós.
- Foulkes, S.H. (1981) Psicoterapia grupo-analítica. Barcelona: Gedisa.
- Freud, Anna (1993) “El Yo y los mecanismos de defensa” Barcelona: Paidós.
- Hirigoyen, M.F. (1998) “El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana” Barcelona: Paidós
- López Quintás, A. (2001) La Tolerancia y la Manipulación. Madrid: Ediciones Rialp.
- Parés Soliva, Marina " Mobbing: Conociendo al grupo acosador desde la antropología". Conferencia Magistral. XIII Coloquio Internacional de Antropología Física "Juan Comas" . Campeche-México Noviembre 2005.
- Rubin, B. Y Bloch, L. (2000) Intervención en crisis y respuesta al trauma. Bilbao: Desclée De Brouwer.
- Tizón, J.L. (2004) Pérdida, Pena y Duelo. Barcelona: Paidós.

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[1] Un estudio sobre prevalencia de la violencia de género, realizado por médicos de familia en Córdoba, indicó que un 30% de hombres sufre violencia psíquica y un 20% física (Diario Córdoba 19/02/05). http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=170856
[2] El estudio sobre el filicidio realizado por Rosa Sáez Codina, psicóloga clínica y forense, en el marco del master en Psicología Jurídica y Peritaje Psicológico Forense de la Universidad Autónoma de Barcelona, indica que Generalmente, actúa un solo agresor: la madre, "la persona que más tiempo pasa con los hijos", en el 47,6% de las veces; el padre, en el 19%; ambos, en el 16,7%. En el 11,9% de ocasiones, el padre mata también a la madre. http://www.elpais.es/articulo/elpsalpor/20060321elpepisal_1/Tes/salud/Perder/vida/manos/padres

[3] Françoise Dolto ya cuestionaba la linealidad interpretativa del denominado maltrato transgeneracional en su obra: “Niños violentos: ¿Niños agredidos o niños agresivos?”.Barcelona: Paidos, 1992.
[4] Pares, M. (2005) "El acoso moral es violencia psicológica de un grupo contra una persona; no se trata de un conflicto entre dos personas, acosador y víctima, y si, en cambio, de un grupo contra un trabajador"

[5] La manipulación ideológica, sería un ejemplo de violencia.

[6] “Obstáculos a la comprensión y a las interpretaciones sobre la violencia (masculina) contra las mujeres en la pareja.” (2003) Luis Bonino es psicoterapeuta especializado en problemáticas masculinas y director del Centro de Estudios de la Condición Masculina, de Madrid.

[7] Luis Bonino, articulo cit. ant.
[8] “Salí de la experiencia con ellos como si me hubieran chupado la sangre. Me anularon”
[9] Hirigoyen, M.F. (1998) “El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana” Barcelona: Paidós.

[10] Agradecemos a José Antonio Hernandez, psicólogo forense del Tribunal Superior de Justicia de Madrid su importante aportación a esta idea.

[11] Levav, Itzak (1995). “Comunicación personal”. Sería una característica de la personalidad, una combinación de rasgos personales de carácter adaptativo, que actuarían como reforzadores frente a las situaciones de estrés. Citado por MªA. Kotliarenco en el artículo: “Estado de Arte en resilencia”. http://resilnet.uiuc.edu/library/resilencia/resilenia.html

[12] Cyrulnik, B. (2002) los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida”. Barcelona: Gedisa. (pp. 27)
[13] En el sentido del modelo grupo- analítico de Foulkes, de establecer una “network” y generar una matriz grupal.

[14] La pérdida conlleva dolor, la angustia pone en juego el peligro que genera dicha pérdida.

[15] Cyrulnik, B. (2002) pp23

[16] Psicóloga. Directora de la Unidad de Resiliencia y del Proyecto Nacional de Resiliencia en las escuelas del Centro israelita del tratamiento del psicotrauma en Jerusalem. http://www.traumaweb.org

[17] Este sentido de irreversibilidad, también lo utiliza J.L.Tizón como indicativo de duelo patológico: “Pérdida, pena y duelo”, pp. 353, y nos parece importante señalarlo ya que en este grupo uno de los trabajos prioritarios está relacionado con la elaboración de las pérdidas y el desapego.